Las modelos ucranianas que viven en Milán al son de las sirenas de la guerra
Bogdana, de 22 años, había viajado a Milán sólo por unos días, para desfilar durante la Semana de la Moda, pero la guerra cambió su vida: bloqueada como otras modelos ucranianas, se dedicó a armar paquetes de ayuda para su país.
"Sentía que era algo estúpido, irreal, estar en la pasarela mientras la gente estaba muriendo, me daba vergüenza y tenía la impresión de que al público no le importaba realmente", contó a la AFP.
Cuando las sirenas de los bombardeos suenan en medio de la noche en su ciudad ucraniana, Bogdana Didenko Nevodnik se despierta gracias a una aplicación en su smartphone. Vive la guerra a distancia, minuto a minuto, desde su exilio en Milán.
Su primera reacción fue tratar de "regresar en el primer tren o autobús" a Kamianske, cerca de Dnipro. Pero su marido, un joven cirujano, y su familia la disuadieron.
Con el pelo largo y oscuro atado y una mirada intensa, se ocupa, junto a una veintena de voluntarios, de despachar los numerosos paquetes de ayuda que han sido depositados en el pequeño patio del consulado ucraniano en Milán, con el fin de enviarlos a las zonas de guerra.
Dibujos coloridos de niños pidiendo "¡No a la guerra!" adornan la fachada del edificio, a cuyos pies han colocado ramos de flores. Coches y camiones cargan y descargan paquetes de alimentos, medicamentos, pilas y juguetes en un flujo constante de tráfico.
- 'Máquinas para matar' -
"Estoy dispuesta a arriesgar mi vida por Ucrania. Si es necesario me uno al ejército. Hay muchas mujeres", asegura la joven modelo, vestida de negro, que desfila para grandes marcas en todo el mundo.
Cuando era adolescente, tomó lecciones de boxeo. "Siempre he tenido un espíritu de lucha", asegura. "Yo era una buena tiradora" porque "practicaba mucho durante el tiempo libre", cuenta.
"Los soldados rusos que invadieron mi país están aterrorizando a nuestra gente, nos quieren destruir", lamenta.
"Bombardean centros de maternidad con mujeres embarazadas adentro, ¡Cómo puede ser eso un objetivo estratégico!", asegura indignada Bogdana.
Entre los voluntarios, figura otra modelo ucraniana, Valya Fedotova, de 20 años, quien confesó que desfiló casi llorando durante la Semana de la Moda de Milán.
"Pero no se puede llorar en la pasarela, me pagan para ello y además así puedo enviar dinero a mi familia en Ucrania", cuenta.
- Conmocionada -
La noche en que los rusos comenzaron a bombardear su ciudad, Malyn, a unos 100 km de Kiev, "no podía dormir, todavía estoy en estado de shock", asegura la joven, esbelta, de rostro dulce, que comparte apartamento con otras seis modelos ucranianas.
Incluso antes de que comenzaran los bombardeos, le había suplicado a su familia que huyera, pero sólo su madre y dos hermanas se refugiaron en casa de familiares cerca de la frontera con Polonia, mientras su padre prefirió quedarse con el gato.
¿Su sueño? "Que termine esta estúpida guerra, sólo quiero vivir una vida normal, ir a casa y ver a mi familia", dice.
Ivan Sokolovskyy, de 28 años, pidió permiso a su empleador en la industria de la moda en Milán al comienzo de la invasión rusa para echar una mano, cargar paquetes en camiones y servir como intérprete.
"No podía quedarme en casa viendo las noticias, quería ayudar a mi gente", dice el exmodelo, de Ternopil, al oeste de Ucrania.
Su mayor temor es la central nuclear de Chernobyl, donde ocurrió el peor accidente nuclear de la historia, en 1986, la cual resulta ocupada desde el 24 de febrero por los rusos.
"Creo que van a hacer algo en Chernobyl, eso me da mucho miedo. Son tan locos que son capaces de hacerlo".
L.Apte--BD