Aung San Suu Kyi, prisionera de los generales birmanos
Aung San Suu Kyi, cuyo juicio terminó este viernes, encarna el tumultuoso destino de Birmania: icono de la democracia, luego paria internacional con la tragedia de los rohinyás, ahora está más aislada que nunca.
El 1 de febrero de 2021 un golpe de Estado derrocó a su gobierno y puso fin a un breve interludio democrático en Birmania. Desde entonces la premio Nobel de la Paz de 77 años está detenida, acusada de varios cargos.
Juzgada en un centro penitenciario de la capital, Naipyidó, donde se encuentra aislada, la opositora fue condenada a otros siete años de cárcel el viernes, elevando a 33 años su pena total.
Suu Kyi ya había sido encarcelada en 2009, pero solo permaneció tres meses tras las rejas. El resto de la pena la cumplió en su casa a la orilla de un lago en Rangún, desde donde se dirigía a sus seguidores.
Hoy, la situación es totalmente distinta. Aislada, sus contactos con el exterior se limitan a sus abogados.
"No creo en la esperanza, solo creo en el trabajo (...) La esperanza sola no nos lleva a ninguna parte", confiaba en 2015 a la AFP.
Unos meses más tarde, su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND) ganó las elecciones, lo que la propulsó al poder.
La LND también ganó las elecciones de 2020, pero los generales decidieron cambiar el rumbo del país.
- Hija de un héroe -
Suu Kyi nació el 19 de junio de 1945 en Rangún, entonces ocupada por los japoneses, durante las últimas semanas de la Segunda Guerra Mundial.
Su padre, Aung San, un héroe de la independencia (1948), fue asesinado.
Suu Kyi pasó la mayor parte de sus primeros años fuera de Birmania, primero en India y luego Reino Unido. Fue a la Universidad de Oxford y conoció allí a su marido británico.
El ascenso de Suu Kyi como defensora de la democracia se produjo casi accidentalmente, cuando regresó a su casa en 1988 para atender a su madre moribunda.
En esa época, el general Ne Win controlaba el país, que se convirtió en uno de los más pobres y aislados del mundo.
Para Suu Kyi, el catalizador fue el derramamiento de sangre en una protesta en contra del régimen duramente reprimida. "Como hija de mi padre, no podía permanecer indiferente", dijo en un famoso discurso.
La represión dejó al menos 3.000 muertos, pero vio nacer a un nuevo icono democrático.
La carismática oradora lideró la LND hasta su victoria en las elecciones de 1990. Pero los generales no estaban dispuestos a abandonar el poder, ignoraron el resultado y confinaron a Suu Kyi en su casa de Rangún, donde vivió durante 16 de los siguientes 20 años.
En 1991 fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz mientras estaba detenida. La junta ofreció poner fin a su encarcelamiento si abandonaba el país definitivamente, pero Suu Kyi se negó.
- Abusos contra los rohinyás -
Los militares acabaron concediéndole la libertad en 2010. Dos años más tarde, entró en el Parlamento tras la autodisolución de la Junta. La victoria de su partido en 2015 le dio las llaves del gobierno.
Pero su imagen de icono empezó a resquebrajarse. Algunos le reprochan una mirada autocrática del poder mientras se ve obligada a encontrar alianzas con los militares, que aún gozan de mucha influencia.
En 2017, cerca de 750.000 musulmanes rohinyás huyeron de los atropellos cometidos por el ejército y las milicias budistas. Birmania fue acusada de "genocidio" ante la Corte Internacional de Justicia.
La oficina de Suu Kyi negó las acusaciones contra esta minoría y defendió incluso al ejército.
"Madre Suu" tiene hoy poco influencia en el país y podría pasar el resto de su vida en la cárcel.
R.Khurana--BD