En su refugio subterráneo, Andriy recuerda los tiempos de la ocupación rusa
Cuando en marzo de 2022 los rusos ocuparon la ciudad ucraniana de Izium, Andriy Pleshan se refugió en el sótano de su casa, donde acogió hasta 60 personas, incluida Nyka, una bebé de dos meses cuyo recuerdo mantiene vivo.
Sin embargo, después de la liberación en septiembre, Pleshan decidió seguir viviendo bajo tierra, compartiendo el sótano de 70 m2 con sus gatos y sus perros.
"Solo se lo contaré si se toma una copa conmigo", dice este hombre de unos 60 años, alegre y corpulento, mientras llena pequeños vasos con una especie de whisky casero y corta lonchas de queso.
Izium, en el este de Ucrania, 45.000 habitantes antes de la guerra, fue reconquistada por las fuerzas ucranianas a mediados de septiembre y desde entonces vive tranquilamente, a diferencia de otros lugares más cercanos al frente.
El sótano, del siglo XIX, se utilizó como refugio durante la Segunda Guerra Mundial, explica Pleshan, un exempleado de una empresa de productos agrícolas.
Pleshan lo decoró con iconos religiosos, pinturas y un retrato del poeta nacional Tarás Shevchenkov. En un rincón también tiene unas pesas y un saco de entrenamiento para boxeo.
Y todavía conserva productos para bebé, en la estantería junto a su cama, que estaban destinados a Nyka, que llegó al refugio con sus padres pocos días después de que comenzara la guerra.
La bebé era la más pequeña de las sesenta personas que se refugiaron allí, algunas de las cuales se quedaron durante toda la ocupación.
"Me convertí en su padrino", dice Andriy con orgullo, recordando que una vez fue el único que pudo calmarla y dormirla cuando las explosiones resonaban en el barrio.
- "El sufrimiento nos unió" -
Durante el primer mes, los refugiados apenas salían del sótano, era demasiado peligroso. Calentaban el biberón con el cuerpo y utilizaban velas para tener luz.
Los habitantes del refugio vivían aterrorizados por los registros de los soldados rusos, que comprobaban la identidad de los hombres y los desnudaban para ver si llevaban tatuajes nacionalistas en el cuerpo.
"Podían matarnos en cualquier momento. El sufrimiento que pasamos juntos nos unió", recuerda Andriy.
Ahora ya no queda nadie. Los refugiados del sótano se han dispersado por toda Ucrania y algunos están en el extranjero, explica.
Nyka y sus padres permanecieron en el sótano durante dos meses. "Pero los padres temían por la salud de la niña, que nunca llegó a ver la luz del día. Consiguieron salir para reunirse con sus parientes en Kursk", una ciudad rusa cercana a la frontera ucraniana.
Desde la liberación de Izium, Andriy ha hablado con ellos por teléfono. "Les dije que quería volver a verles pronto, prometieron volver en primavera", dice.
Como todas las zonas del este conquistadas por los rusos y luego tomadas por los ucranianos, Izium es una ciudad devastada, con edificios semidestruidos y fachadas acribilladas por la metralla o ennegrecidas por el humo.
El nombre de la localidad también es sinónimo de las atrocidades atribuidas al ejército ruso. Tras recuperar la ciudad, las tropas ucranianas descubrieron cámaras de tortura y, en un bosque cercano, más de 440 tumbas y una fosa común.
Todos los restos han sido exhumados para su identificación y para determinar la causa de la muerte. Las autoridades ucranianas sospechan que se trata de crímenes de guerra.
La cara sonriente de Andriy se ensombrece. "Solíamos vivir bien en Izium. Era una bonita ciudad, solíamos cazar, pescar, ir a buscar setas. Ahora, en cuanto hay un ruido inesperado, nos preguntamos qué está pasando. Hombres, niños, animales, todos tenemos miedo".
H.Oommen--BD