Al norte de Soledar, pobladores ucranianos añoran la paz
En Siversk, en el este de Ucrania, Oleksandr Kuzenko y sus vecinas intentan reconfortarse celebrando el Año Nuevo, con la esperanza de que su localidad no corra la misma suerte que la cercana Soledar, reducida a ruinas por los combates.
Refugiados en su sótano, celebraron Malanka, el Año Nuevo según el calendario juliano, conocido en Ucrania por sus celebraciones a base de trajes coloridos, y máscaras.
Pero para Kuzenko, de 64 años, y sus vecinas de hace tres décadas -tres mujeres mayores a las que ayuda a cuidar- la celebración fue modesta.
Guirnaldas de oropel decoraban la manta que colgaba sobre la entrada de la única habitación con una estufa, en el sótano donde se refugian desde que la localidad fuera bombardeada.
Siversk, en el este de Ucrania, fue escenario de intensos combates durante el verano boreal sin que las tropas rusas pudieran capturarla.
Un rótulo en la manta dice: "¡Feliz Año Nuevo 2023, año del conejo, año de la victoria!", iluminado por una de las tres velas que les quedan.
- "Déjenlos disparar" -
"Nos mantenemos fuertes, intentamos sobrevivir esperando que termine la guerra", comentó Kuzenko a AFP, sentado frente a una mesa con dos pequeños platos de comida que comparten.
Cerca, su vecina Lyubov de 69 años mueve una olla de restos para las muchas mascotas abandonadas que ahora cuidan.
Pero la guerra podría estar lejos de terminar para Siversk.
El poblado podría volver a encontrarse en la línea de frente, después de que el ministerio ruso de Defensa proclamara la victoria en Soledar, unos 30 minutos al sur, algo que Ucrania niega.
Pero sin gas, electricidad o agua -ni se diga internet- muchos de los 1.700 pobladores que según las autoridades locales aún viven en Siversk y alrededores, reciben pocas noticias del frente.
"No tenemos radio", indicó Kuzenko, solamente "el boca a oreja".
"Algunos dicen que Soledar está rodeada, otros que no está rodeada. Que los militares decidan lo que ocurra ahora".
Cerca de las empinadas escaleras que llevan al refugio de Kuzenko, Oleksandr Sirenko, de 55 años, dijo esperar que las fuerzas ucranianas se mantuvieran firmes, mientras cortaba marcos de ventanales y trozos del piso a modo de leña.
"Solo esperamos que no se replieguen. Tenemos miedo pero ¿adónde nos vamos?", preguntó.
- "Intentar vivir y sobrevivir" -
"Siversk ha estado rodeada más de una vez", comentó Valentyna Kuteyko, de 61 años, mientras rascaba la oreja de un perro afuera del sótano donde vive desde marzo, inicialmente con 17 personas y ahora con solo seis.
"¿Qué más pueden atacar?", se preguntó.
En medio del sonido de artillería, comentó que pese a todo va a "seguir aquí, intentar vivir y sobrevivir".
"No tenemos miedo, déjenlos que disparen".
Dmytro Afanasiev, de 34 años, dijo estar poco enterado de las noticias del frente, y solo quiere que paren las matanzas.
"Nos preocupa que mucha gente está muriendo", afirmó.
Incluso con el intenso combate a pocos kilómetros, las autoridades y voluntarios intentan mantener los servicios básicos, indicó Oleksiy Vorobyov, jefe de la administración cívico-militar de Siversk.
Distribuyen artículos básicos, hacen reparaciones menores en edificios o recolectan algo de basura.
Señaló que entregan estufas, leña, alimentos y generadores eléctricos. Pero a los residentes que quedan "les falta algo: paz".
C.Jaggi--BD