Yihadistas del grupo Estado Islámico siguen matando a civiles en Irak
"Mi hijo, mi nieto y mis primos cayeron como mártires". La muerte entró en casa de Jabbar Alwan una noche de diciembre, cuando su pueblo del centro de Irak fue blanco de los yihadistas, que siguen matando a policías, soldados y civiles.
Con sus gallinas, sus campos de cultivo y sus ruidosas camionetas, el pueblo de Albu Bali era muy tranquilo. "Aquí hay agricultores, médicos, trabajadores", explica el jeque Jales Rashid, jefe tribal de esta localidad de 5.000 habitantes a 70 km al norte de Bagdad.
El ambiente idílico saltó por los aires a mitad de diciembre, cuando un comando del grupo Estado Islámico (EI) llegó al pueblo.
Y es que cinco años después de que el gobierno declarara su victoria militar contra este grupo ultrarradical, sus combatientes siguen matando esporádicamente a fuerzas de seguridad y civiles.
El comando "llegó hacia las ocho y cuarto de la noche, tirando a ciegas", cuenta Abbas Mazhar Husein, un vecino de 34 años.
El balance del ataque fue de ocho muertos y seis heridos, únicamente civiles. Entre las víctimas estaba el hijo, el nieto y dos primos de Jabbar Alwan, que vive en una granja a la salida del pueblo.
"Es muy doloroso. No nos esperábamos esto", dice este hombre de edad avanzada con los ojos empañados de lágrimas detrás de sus gafas.
- Temor a represalias -
Su vecino Ali Menuar, de unos cuarenta años, sigue luciendo las marcas del ataque en la nuca, dos cicatrices. "Escuché disparos, salí y vi a mi sobrino en el suelo", cuenta.
Mientras Ali Menuar cerraba la puerta de su casa para protegerse, los asaltantes del EI abrieron fuego. Las balas le rozaron el cuello. En la pared de su domicilio, los disparos dejaron orificios del tamaño de un puño.
Tras el baño de sangre, el comando huyó.
¿Pero por qué atacan a civiles?
Como la mayoría de los iraquís, los habitantes de Albu Bali son chiitas, una rama del islam que los extremistas sunitas del EI consideran como "herética". De hecho, la organización reivindicó el ataque valiéndose de ese término peyorativo.
En su comunicado difundido en Telegram, los yihadistas dijeron haber atacado a "milicianos herejes", una fórmula con la que se referían al grupo Hashd al Shaabi, exparamilitares proiraníes ahora integrados en las tropas regulares iraquíes.
El ataque sentó como un jarro de agua fría en el país. El primer ministro, Mohamed Shia al Sudani, "me llamó y me suplicó que impida toda respuesta" violenta, asegura el jeque Jales Rashid.
Bagdad teme que los habitantes chiitas del pueblo lancen represalias contra las localidades sunitas vecinas, acusándolas de tolerar la presencia del EI.
"Los terroristas se esconden en el campo y siguen atacando de manera esporádica", destaca un coronel de la policía iraquí que no quiso ser identificado.
- "Villanos" -
El municipio de Al Jalis, en el que se encuentra Albu Bali, es una zona de tránsito de yihadistas, explica el alcalde Uday al Jadran.
Según un informe de la ONU publicado el verano de 2022, la organización yihadista tendría "entre 6.000 y 10.000 combatientes en Irak y en Siria, concentrados en zonas rurales".
Uday al Jadran comenta que los yihadistas ya no pretenden tomar territorios, sino que se dedican a llevar a cabo "operaciones propias de villanos".
Según él, el ataque contra Albu Bali fue posible porque las fuerzas de seguridad no eran lo suficientemente numerosas.
Desde entonces, cerca de 200 hombres llegaron a modo de refuerzo, y se instalaron cámaras de vigilancia en Albu Bali, según el coronel de policía.
Pero Jabbar Alwan dice temer que haya "otro incidente". "No será el último", advierte.
V.Upadhyay--BD