En el frente Sur, los soldados ucranianos ven "la luz al final del túnel"
Desde hace meses viven en agujeros o trincheras, padeciendo los bombardeos rusos en un frente inmóvil. Pero desde que la contraofensiva ha empezado a dar resultados en el sur, los soldados ucranianos esperan ver "la luz al final del túnel".
Leonid, Viktor, Bogdan y Yaroslav, originarios del noroeste de Ucrania, se sumaron voluntariamente al ejército tras la invasión rusa del 24 de febrero. Los cuatro hombres están apostados en segunda línea, a cuatro kilómetros de los rusos, en caso de que estos superaran la primera línea ucraniana, en la región de Mikolaiv.
Varias unidades similares están diseminadas a lo largo del frente, según el encargado de prensa militar que acompañaba a la AFP el miércoles por la tarde.
Su vida diaria es esperar. Al fondo de un pequeño agujero, apenas ancho para que quepa un hombre, un lanzacohetes está posado de pie contra una muro de tierra. Metros más lejos se ve una metralleta recubierta de una tela de camuflaje, frente a unas cajas de municiones.
Otro agujero, de algunos metros cuadrados, y cubierto de troncos, plásticos y algunas ramas, tiene capacidad para que duerman en él dos hombres.
En un frente sur donde los combates de artillería deciden buena parte del destino de la guerrra, los cuatro soldados escuchan los obuses pasar, a veces lejos, a veces muy cerca, y saben que nada podrían hacer si uno de ellos cayera en su posición.
- "Bombardeos constantes" -
"Desde hace dos horas, no hay bombardeos (...) Pero habitualmente son constantes", indica Bogdan, de 29 años, un obrero que ya se alistó en 2014 en el ejército ucraniano, antes de volver a la vida civil... y luego retornar al ejército.
"Cuando uno ve que un obús estalla a diez o quince metros, es algo aterrador. Somos humanos y tenemos miedo". Este padre de dos niños describe: "La tierra tiembla cuando los nuestros disparan, y tiembla más aún cuando lo hacen ellos".
Pero pese a la dureza cotidiana, "ahora las cosas están mejor", asegura. "Vemos que nuestros camaradas trabajan. Vemos sus éxitos, y eso nos inspira".
A fines de agosto, Kiev anunció una contraofensiva en el sur del país, fijándose como primer objetivo reconquistar Jersón, ciudad de 280.000 habitantes antes del conflicto, capital de la región del mismo nombre y vecina de Mikolaiv.
Después de algunos éxitos las dos primeras semanas, el avance se ralentizó, mientras la contraofensiva ucraniana en el norte, en la región de Járkov, sí que avanzó con celeridad.
En los últimos días, las fuerzas ucranianas lograron al fin progresar con fuerza en el sur.
- Matar a los "orcos" -
El martes, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski habló de progresos "rápidos e importantes" y citó ocho localidades reconquistadas en la región de Jersón, lo que confirmaban mapas presentados el mismo día por el ministerio ruso de Defensa.
El miércoles, Zelenski reivindicó la "liberación" de tres nuevas localidades de la región.
El Instituto estadounidense de Estudio de la Guerra daba cuenta el jueves de "grandes avances" para Kiev en estas últimas 48 horas en el norte de la región de Jersón.
"El humor de los chicos ha cambiado, es ahora mucho mejor", se congratula su comandante Yaroslav, un hombre de 39 años. "Hay luz al final del túnel".
Detrás de Davydiv Brid, pequeña localidad estratégica al borde de un río reconquistada por los ucranianos, hay una gran planicie en la que los "orcos", apodo insultante dado a los rusos, "no tendrán donde esconderse", afirma.
Poco importa cuántos sean, aunque según Yaroslav, entre 400 y 800 nuevos soldados rusos han llegado como refuerzo a su zona tras la movilización decidida por Moscú.
"Si rompemos su líneas, van a salir corriendo", exclama Leonid, de 46 años, que levanta el pulgar en señal de victoria. "Son carne de cañón". Y para retomar Jersón, "habrá que matarlos, no hay otra solución".
F.Varghese--BD