Nuevos ataques yihadistas y más desplazados en Mozambique
El cansancio después de 40 km de marcha no atenúa la conmoción de María Lourenço por haber visto, dos días antes en un estanque las cabezas cortadas de dos hombres de su pueblo.
Después del ataque de los grupos armados yihadistas -que comenzó el fin de semana pasado-, esta mujer de 60 años, con sus ocho hijas y varios nietos, huyó de su aldea en el norte de Mozambique, presa de violencia recurrente desde hace cinco años, hacia la cercana ciudad de Chiure.
"Decapitaron a dos hombres", cuenta a AFP, poco después de su llegada a destino. "Luego entregaron las cabezas a la esposa de una de las víctimas para que las presentara a las autoridades", añade.
"He visto sus cabezas", insiste esta mujer regordeta, con una tela rosa en la cabeza, falda, sandalias y que se apoya en un palo que le sirve de bastón en la plaza principal de esta ciudad de casi 100.000 habitantes.
María Lourenço espera que su nuera la lleve a Pemba, capital de la provincia de Cabo Delgado.
En la plaza hay camiones, cargados con colchones, y una multitud de personas desorientadas. Varias se aferran a las pocas cosas que pudieron llevar en su huida y que caben en una sábana anudada.
Otros no tienen nada, solo la ropa que llevaban puesta en el momento de la intrusión de los "malhechores" o "alborotadores" como se les llama con pudor.
Más de 3.000 soldados africanos, de Ruanda y de países vecinos, fueron desplegados el año pasado para ayudar al ejército mozambiqueño a hacer frente a estos grupos armados que siembran el pánico y obligaron a un millón de personas a abandonar sus hogares en esta zona pobre y de mayoría musulmana.
- Agotados y aterrados -
Desde entonces, los yihadistas leales al grupo Estado Islámico fueron empujados hacia el sur de la provincia, infiltrándose en zonas hasta entonces no afectadas.
En la plaza, un corresponsal de AFP contó unos 500 desplazados que llegaron de la zona rural de Katapua. Éstos durmieron bajo las estrellas o bajo los toldos de las tiendas.
En el borde del camino que llega de Katapua avanzan una fila india hombres, mujeres y niños. "Muchos llegaron temprano y agotados. Quejándose de dolores", explica Consolta Paulo, enfermera de Chiure.
Los aldeanos informaron de otras incursiones en Katapua el lunes. "Los malhechores quemaron una iglesia", confirmó a AFP por teléfono Xavier Jamal, jefe administrativo de la zona.
Según él, los atacantes pertenecían al mismo grupo que atacó una mina de rubíes cerca de Montepuez la semana pasada. El grupo minero británico Gemfields anunció la suspensión de toda actividad en el sitio tras el ataque.
Jamal pidió a la gente que no huya, afirmando que los militares "están en el terreno para controlar la situación" pero no logró convercer.
Elías Mario, un campesino de 36 años con camiseta roja y bermuda beige, huyó de Katapua con su esposa y sus dos hijos después del asalto del fin de semana. Apoyado en su bicicleta, reconoce que "aún no sabe dónde van a aterrizar".
Los ataques de los yihadistas ya causaron más de 4.300 muertos en esta región rica en gas natural.
El megaproyecto del grupo francés TotalEnergies, cerca de Palma, permanece suspendido desde un ataque espectacular contra esta ciudad portuaria en marzo de 2021.
C.Jaggi--BD