En medio de controles israelíes, los palestinos de Naplusa se sienten bajo un "castigo colectivo"
Hace dos semanas Abdelaziz Alqadi enciende solamente la mitad de las luces de su tienda de comestibles en Naplusa, ya que los clientes faltan desde que el ejército israelí instaló puntos de control para bloquear esta ciudad palestina de Cisjordania ocupada.
Delante de la tienda donde habitualmente "no hay ningún lugar libre para estacionarse" un gran montículo de tierra corta la circulación. Del otro lado hay tres soldados israelíes y uno de ellos apunta su arma contra el pequeño comercio.
A pocos metros, cerca de la colonia israelí de Shavei Shomron murió un soldado israelí el 11 de octubre en un ataque reivindicado por un nuevo grupo de combatientes palestinos llamado "La guarida de los leones", que se refugia en la Ciudad Vieja de Naplusa.
Desde entonces, las fuerzas israelíes intensificaron sus redadas en esta ciudad de Cisjordania, en una serie operaciones contra la organización que dejaron varios muertos, cinco de ellos el martes, incluyendo su líder.
Ahora, están bloqueados todos los accesos a la ciudad de 200.000 habitantes y quienes entran deben pasar por un control.
En la entrada norte, en el cruce que lleva a Tulkarem y Yenín, Abdelaziz Alqadi estima sus pérdidas en 1.500 shekels (425 euros) diarios desde que el ejército israelí se instaló casi en la puerta de su negocio. Otros comerciantes adyacentes cerraron sus negocios.
"Basura, basura, basura", se lamenta revisando su inventario y tirando los productos expirados.
El comerciante explica que tres de los cuatro refrigeradores están desconectados para ahorrar.
"Evidentemente estoy enojado, estoy pagando el precio de esta situación", cuenta a AFP, precisando que su ira se dirige exclusivamente hacia el ejército israelí, que ocupa Cisjordania desde 1967.
Para él, la "resistencia palestina tiene el derecho de luchar contra la ocupación".
El alcalde de Naplusa, Sami Hijawi, denunció el miércoles un "asedio" contra su ciudad, que perturba la vida cotidiana, el acceso a cuidados médicos, la economía local y la actividad escolar.
- "Humillación" -
Pero para Tayel al Hawari, de la Cámara de Comercio Local, "la situación es peor" ahora que durante el toque de queda de 100 dias impuesto en Naplusa durante la Segunda Intifada (2000-2005).
"Entonces, había rutas alternativas, pero incluso hoy los pequeños caminos por los pueblos están cerrados", relata.
Como resultado, esta ciudad, que es un importante centro económico del norte de Cisjordania, exporta a un 20% de su capacidad, explica.
En el centro, donde habitualmente hay embotellamientos, reina la calma. La conocida universidad de An-Najah, que tiene 25.000 estudiantes, organiza sus cursos a distancia.
Al oeste, cientos de vehículos esperan para pasar un control militar, algo que se ha vuelto habitual.
Estos controles "son una forma de humillación, son una tortura", afirma Mohamad Marei, que está obligado a pasarlos para cultivar sus olivares.
"A veces llegó a mi casa a las 11 de la noche. Es una carga extra para la gente. Se trata de un castigo colectivo", estima.
El objetivo del bloqueo es restringir "las capacidades operativas de los terroristas en Naplusa", explica el ejército israelí, que imputa al grupo "guarida de los leones" cerca de 20 ataques en el último mes y de "continuar reclutando y planificando ataques".
"Mi hija de cuatro años no entiende lo que pasa y la de 24 me dice que esto le recuerda la Segunda Intifada", cuenta Sadyya Khatib, una profesora de 44 años, que lleva dos horas esperando en un punto de control.
Delante de ella, hay soldados apostados tras bloques de cemento que fusil en mano registran cada vehículo.
Ella no tiende por qué tiene que pagar el precio de la operación contra la "guarida de los leones". "¡No es asunto nuestro, nosotros somos profesores!", se queja.
G.Luthra--BD